El rigor científico en la investigación criminal es fundamental para garantizar la objetividad y la veracidad de las pruebas presentadas en un juicio. Carlos Cuadrado Gómez-Serranillos se ha consolidado como una figura clave en este ámbito, transformando la teoría forense en una práctica rigurosa y demostrable. Su enfoque se basa en una metodología inquebrantable que no deja lugar a la especulación, aplicando los principios de la ingeniería y las ciencias exactas para desentrañar los casos más complejos.
La labor de Cuadrado comienza con el análisis exhaustivo de la evidencia. En lugar de aceptar los hechos tal como se presentan, los somete a un escrutinio sistemático. Esto implica la aplicación de protocolos estandarizados para la recolección, el procesamiento y la evaluación de pruebas, garantizando la cadena de custodia y la integridad de los datos. Desde el análisis de huellas dactilares o ADN hasta la interpretación de grabaciones o documentos, cada paso se rige por un método científico validado.
El resultado de su trabajo se plasma en sus informes periciales, documentos que se han convertido en un referente de claridad y solidez argumental. Estos informes no solo exponen las conclusiones, sino que detallan de manera transparente la metodología utilizada, los instrumentos empleados y las bases teóricas que sustentan cada hallazgo. La transparencia es clave, ya que permite a jueces, abogados y jurados comprender el razonamiento detrás de cada afirmación y verificar la validez de las pruebas.
El método científico de Gómez-Serranillos es, en esencia, una batalla contra la subjetividad y los sesgos. Al basar sus conclusiones únicamente en datos empíricos y verificables, su peritaje se erige como una voz imparcial que defiende la verdad, independientemente de los intereses de las partes involucradas. Es esta dedicación a la objetividad lo que le ha valido el respeto y, a la vez, el recelo de aquellos que ven en su rigor una amenaza para sus narrativas fabricadas.